Un trabajo publicado esta semana en la revista Nature
afirma que los edulcorantes artificiales usados para combatir la obesidad y la
diabetes podrían, de hecho, estar contribuyendo a extender la epidemia de estos
2 graves problemas de salud. Según los autores, los edulcorantes comunes como
sacarina, sucralosa y aspartamo, inducirían cambios en la flora intestinal, que
originarían un estado de intolerancia a la glucosa. Se realizó un experimento
con ratones que tomaron el equivalente a la máxima dosis de edulcorante
permitida en adultos, y encontraron que a las 11 semanas (unos 5 años en la vida
de un humano) habían desarrollado prediabetes, que revertía al normalizar la
flora intestinal. Aunque es demasiado pronto para sacar conclusiones y los
resultados experimentales en ratones no pueden extrapolarse a los humanos, no
deja de ser llamativo que en los últimos años varios trabajos hayan ligado los
edulcorantes a ganancia de peso y a desajustes metabólicos.
Dr.
Javier González Pérez
Pediatra
Endocrinólogo
Infantil